A la salida del sol en territorio suramericano (06:22 hora venezolana), al mediodía en la región europea, del 21 de junio se produce el fenómeno geoastronómico del Solsticio. Se convierte en el día más largo en el norte y el más corto en el Sur. Se inicia la estación climática del Verano, en el norte y del invierno, en el Sur.
Llegamos al momento culminante del recorrido solar anual. En realidad es nuestro planeta el que está haciendo tal recorrido alrededor del Sol. Tardamos en dar la vuelta en 365 días y un cuarto. En ese lapso, debido a la inclinación del eje terrestre, los rayos solares van cayendo directamente en distintas zonas del planeta, unas veces más al norte y otras más al sur, y en dos oportunidades en la región ecuatorial. Es así como vemos que el Sol va variando continuamente su posición en la esfera celeste.
Al tratarse de un movimiento contínuo, no puede indicarse que haya una fecha de inicio y otra de finalización; pero, debido a la necesidad de organización del tiempo y de las actividades humanas, se ha identificado el momento extremo como el de inicio (y al mismo tiempo de término) del ciclo completo anual, cuando las condiciones climáticas expresan temperaturas más bajas y la luminosidad es mínima, esto es: el invierno. Como la mayor parte de la población vive en el norte, y desde esos territorios se ha pretendido siempre dominar el mundo, el invierno del norte ha sido la referencia impuesta para indicar el comienzo del ciclo anual.
Desde tiempos remotos se consideró el fenómeno del solsticio invernal, período frío y oscuro, como el de carencia de la energía vital, y al que simbolizaba esa energía se le personificaba como una deidad suprema. Así abundaron los ritos, festejos y sacrificios invocando el retorno del dios Sol, que acudía de nuevo a la Tierra, para traer vida, alimentos, calor y luz. Así, seis meses más tarde de aquellas celebraciones invernales se rendía culto nuevamente la divinidad solar, a través de fiestas, música, canto, bailes y derroche de alegría.
El solsticio, como momento de extremismos, es un período de celebraciones en los grupos humanos, tanto en invierno para pedir, como en verano para agradecer, por la vida, representada en el Sol. Con la instauración del poder e influencia de la Iglesia Católica se quiso transformar el ritual pagano en una festividad religiosa, tratando de convertir a Cristo en figura central, representada por el Sol. Por eso, en el Invierno se celebra la Navidad (el nacimiento del Sol-Cristo) y en el verano la natividad de su precursor y anunciador, Juan el Bautista.
LOS CICLOS DEL TIEMPO
Los dos movimientos de nuestro planeta, el de rotación y el de traslación, han servido al ser humano para determinar los ciclos temporales. Así, el tiempo que tarda la Tierra en girar sobre su propio eje (casi 24 horas) es denominado día; mientras el período en que se traslada alrededor del Sol (algo más de 365 días) es llamado año. De esa forma podemos vincular ambos movimientos cíclicos.
Al relacionar y comparar los dos ciclos podemos establecer una analogía entre ellos. El momento del día en que el Sol se ubica en lo que sería el fondo del cielo (nadir), conocido como medianoche equivale al invierno, mientras que cuando el Sol asciende hasta lo más alto del cielo (cénit), lo cual sucede al mediodía, correspondería al verano. De la misma manera, la aparición del sol por el este (alba) equivale a la primavera anual, en tanto que el ocultamiento del sol por el oeste (ocaso) corresponde al otoño del año.
El Solsticio de verano en el norte, que se produce en el 21 de junio, representa pues la llegada a la mitad del período anual, a la culminación del recorrido solar, iniciado hace un semestre. Ahora comienza a descender la transmisión de los rayos solares hacia los territorios ubicados por debajo del paralelo 23, en el hemisferio norte; hasta que posen directamente sobre el ecuador, en el venidero mes de septiembre. Hemos llegado no sólo a la mitad del año, sino también a la mitad del período en que el sol recorre la zona norte de nuestro planeta.
TRÓPICO DEL CANGREJO
El paralelo 23.5° del hemisferio norte es una linea imaginaria que representa el punto más septentrional de nuestro planeta en donde se perciben perpendicularmente los rayos solares, lo cual coincide con el momento en que desde nuestro planeta observamos, como telón de fondo sideral del Sol, la figura imaginaria de la Constelación del Cangrejo (Cáncer). Por eso, en el mismo instante en que se produce el solsticio veraniego en el norte, se da inicio a la etapa en que el Sol es percibido recorriendo el signo zodiacal de Cáncer.
Desde el amanecer del 21 de junio hasta el atardecer del 22 de julio (horario suramericano) se manifiesta este año la cualidad energética del signo de Cáncer. Un signo asociado al elemento agua, con una condición cardinal y que está regido por la Luna. Predomina lo emocional, la sensibilidad, el temperamento voluble y la influencia del entorno en el estado anímico de las personas.
El cangrejo es un animal que habita en las zonas húmedas cercanas al mar, que tiene una caparazón que lo protege, unas tenazas para su defensa y un desplazamiento rápido hacia atrás y hacia los lados. De la misma forma, los nacidos en este período del año, en el que el Sol es más fuerte en el Norte y está más escondido en el Sur, suelen ser personas emotivas, con tendencia a protegerse de la acción del ambiente y con mucha sensibilidad para percibir lo que está sucediendo a su alrededor. Hay en ellos una marcada tendencia a guardar dentro de sí sus vivencias y a protegerse del ataque externo, manteniendo en su memoria, siempre viva, aquellos recuerdos.
Así como la Luna representa la maternidad, la capacidad de brindar protección, nutrir y proveer seguridad emocional, los hijos e hijas de Cáncer suelen ser también seres muy acogedores, maternales, proveedores, nutritivos y protectores. Los valores familiares, las experiencias de la infancia y la identificación con sus raíces, extendido al territorio y paisaje que los vio nacer y a la noción de Patria, constituyen elementos fundamentales de su manera de ser.
Desde el solsticio del pasado año hasta mediados de julio próximo el planeta Júpiter ha estado instalado en este signo zodiacal, como ocurre cada doce años. El más voluminoso de los planetas, que simboliza crecimiento, expansión, derroche y exageración, que representa la generosidad y la magnanimidad, pero también la Justicia y la Ley, le ha dado a Cáncer una fuerza extraordinaria durante este período, dominado por la sensibilidad y por el desbordamiento de emociones y pasiones.
Desde este signo, Júpiter ha tenido un rol protagónico, entrando en conflicto con Urano, en Aries, con Plutón, en Capricornio y con Marte, en Libra; generando las condiciones para cambios radicales y acentuando los temores por la incertidumbre ante el porvenir. Cual cangrejo encapsulado bajo su caparazón, y con las tenazas dispuestas al ataque, así se ha manifestado el ambiente colectivo de la humanidad.
Con el solsticio de este año tan peculiar, nos preparamos para una nueva etapa en el desarrollo del Destino humano. Es el tiempo para honrar al Sol en su majestad y confiar en que en los días por venir permitan haber asimilado la lección canceriana de este año y prepararnos para una mejor evolución en Consciencia, superando nuestros propios límites y avanzando creativamente hacia niveles superiores.