Desde la madrugada de la humanidad, los pueblos van construyendo sus historias para explicarse de un modo irracional el origen de lo que se vive a diario. Así surgieron las mitologías como explicaciones, no racionales, del origen de las cosas.
En la antigua mitología griega se atribuía a los dioses, como seres eternos que eran, todos los poderes sobre lo visible y lo invisble. No era otra cosa que una proyección de las vivencias y conflictos del alma humana, puestos en un escenario transpersonal y colectivo.
Muchos de los mitos de la antigüedad griega versaban sobre los conflictos de poder. Éstos fueron personalizados en figuras divinas, que no morían, porque eran conflictos permanentes, que se expresaban en las relaciones sociales. Como era el caso de la lucha por dominar el mundo.
La lucha por el poder se expresaba también en las relaciones paterno-filiales. El padre, con su madurez y experiencia, siempre ha querido tratar a los hijos como seres sin criterio, que requieren de su guía y control. Uno de los más llamativos fue el mito de la confrontación entre Kronos, el padre, y Zeus, el hijo.
Kronos trató de resolver el conflicto, que ya había vivido en carne propia con su padre Uranos, comiéndose a sus propios hijos. Hasta que Zeus, salvado por su madre, se escapó de ese cruel final que habían padecido sus hermanos mayores. De esa forma, cuando ya se hizo adulto enfrentó al padre y lo destronó.
Kronos, dios del tiempo, el Saturno de los romanos, siempre se caracterizó por su estricto control, la imposición de sus normas, el establecimiento de límites, y el ejercicio de la autoridad con severidad, con la que lo dominaba todo, incluso a sí mismo. Su hijo Zeus, nuevo monarca del Olimpo. el Júpiter de los romanos, se distinguió por su fuerza, su impetuosidad, su accionar libre y liberador, su capacidad de seducción y constante infidelidad conyugal.
En el comportamiento de Kronos y Zeus se describe esa permanente lucha entre control y libertad, orden y espontaneidad, responsabilidad y aventura, mesura y exageración, exigencia y complacencia, restricción y liberación, escasez y abundancia, en fin, entre entre miedo y temeridad,
Esas dos actitudes humanas contrapuestas, que los antiguos griegos atribuían a sus dioses Kronos y Zeus, y los romanos a Saturno y Júpiter, se expresa también cuando los dos planetas que llevan sus nombres se manifiestan en el cielo.
El miércoles 6, Saturno formó una conjunción con el Sol, para dar inicio a un nuevo ciclo, desde el signo de Escorpio, que se extenderá hasta el 18 de noviembre del año próximo, y llegará a su máximo desarrollo en el mes de mayo venidero.
El jueves 7, Júpiter detiene su marcha, y comienza su período de retrogradación, que se extenderá hasta el 5 de marzo de 2014. Estará recorriendo en reversa desde los 20° hasta los 10° de Cáncer. En ese lapso, llegará a formar un ángulo armónico de 120° con Saturno, el próximo 12 de diciembre. Fecha significativa en el establecimiento de un equilibrio entre el estricto control saturnino y la irreverente desmesura jupiteriana.
Ambos astros comenzaron su actual ciclo de convivencia el 28 de mayo de 2000, cuando transitaban por el signo de Tauro, que tanto tiene que ver con lo económico, y se encuentran ahora en un punto de gran tensión para lograr un cierto equilibrio entre ellos. El ciclo vigente terminará el 21 de diciembre de 2020 , con la fusión de ambos planetas en las puertas del signo de Acuario, y se abran entonces nuevas formas de conciliación entre esos dos estilos contrapuestos.
No es casual, que el mismo día de la conjunción Sol/Saturno, y un día previo a la retrogradación de Júpiter, el gobierno venezolano haya anunciado nuevas medidas para intentar controlar la exagerada inflación desatada en los últimos meses, y el ilimitado ascenso del valor de la moneda extranjera, que es lo que ha causado la espiral inflacionaria que vive en estos momentos la economía venezolana.
Con la retrogradación de Júpiter, la actitud de rebeldía, descontrol y exageración puede coger mínimo. Con la conjunción del Sol y Saturno, la actitud de control, freno y limitación puede tomar fuerza. Ambas actitudes entran en una fase de reacomodo, buscando el deseable punto de equilibrio entre las dos, con el Sol de testigo.
El próximo martes 12 se formará un gran triángulo armónico de 120° entre Sol (Escorpio), Júpiter (Cáncer) y la Luna (Piscis), justo un mes antes del trígono Saturno/Júpiter. Este pudiera ser el punto de encuentro entre las energías contrapuestas representada en esos dos dioses, padre e hijo, ahora auxiliados por el poder creador del Sol y la fuerza protectora de la Luna.